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El psicólogo y colaborador de la Asociación de Déficit de Atención con Hiperactividad de Guipúzcoa (Adahigi), Iker Arrizabalaga, destaca que los estudios hablan de un 50 a 80 por ciento de prevalencia durante la adolescencia y de un 30-50 por ciento en la edad adulta de este trastorno.
El psicólogo recuerda además que el 30 por ciento de los niños que han padecido TDAH lo mantienen en la edad adulta e insiste en que “es necesario detectar la evolución desde la infancia para poder realizar un diagnóstico al respecto y priorizar qué y cómo se va a abordar”.
Según Iker Agirrezabalaga, en los últimos años se ha producido un aumento de diagnósticos, relacionado con el mayor conocimiento del trastorno por parte de los profesionales y la población en general, “pero es evidente que existe un infradiagnóstico en la infancia y, especialmente, en la edad adulta”, matiza.
El psicólogo explica que la principal dificultad para ayudar a los adultos con TDAH es que “no saben que siempre lo han tenido”. “A menudo, en la edad adulta viene acompañado de otros síntomas o trastornos de salud mental, lo que se denomina la comorbilidad: trastornos de ansiedad, del estado de ánimo, por consumo de sustancias”, ha precisado.
Afecta especialmente al entorno laboral y doméstico
Por ello, insiste en que “es necesario detectar la evolución desde la infancia para poder realizar un diagnóstico al respecto y priorizar qué y cómo se va a abordar”. La manifestación de los síntomas varía según los aprendizajes que haya tenido cada persona, pero el TDAH puede afectar muchas áreas de la vida adulta. “El déficit de atención suele afectar especialmente en el entorno laboral y doméstico y la impulsividad suele generar dificultades de regulación emocional”, explica.
Sin embargo, existen tratamientos efectivos para abordar el TDAH mediante la aplicación de diferentes métodos: apoyo psicológico o psicopedagógico, psicoeducación familiar, ayudas o adaptaciones en la escuela. El tratamiento farmacológico está indicado en los casos moderados o graves.
Finalmente, incide en la importancia de concienciar a la población de que “es un trastorno frecuente que hay que entender y desestigmatizar”. “No se trata de niños maleducados o que no sirven para estudiar, que sean así no es culpa de los padres ni de nadie. Tenemos que aceptar esta diversidad, aprender y facilitarles estrategias para mejorar sus dificultades”, concluye.
Fuente: psiquiatria.com