Foto: Volker Lannert / Uni Bonn
Durante la investigación, los científicos alimentaron a ratones durante un mes con la llamada “dieta occidental”: alta en grasas, alta en azúcar y baja en fibra. Los animales desarrollaron una fuerte respuesta inflamatoria en todo el cuerpo, similar a la que ocurre ante una infección con bacterias peligrosas.
El sistema inmunitario de los ratones sometidos a esta dieta se mantuvo largo tiempo en un estado hiperactivo, generando células inmunitarias programadas para responder más potentemente ante posibles nuevas agresiones.
Los investigadores descubrieron también que las células de la médula ósea de los ratones, responsables de la producción de células inmunitarias, mostraban una sobre activación de los genes correspondientes a una respuesta frente a una agresión.
La comida rápida hace que el cuerpo reclute rápidamente un ejército enorme y poderoso, señalan los investigadores. Observaron que cuando ofrecieron a los roedores su dieta típica de cereales durante otras cuatro semanas, la inflamación aguda desapareció.
Reprogramación genética
Lo que no desapareció fue la reprogramación genética de las células inmunes: incluso después de estas cuatro semanas, muchos de los genes que se habían encendido durante la fase de comida rápida seguían activos.
“Recientemente se descubrió que el sistema inmune innato tiene una forma de memoria”, explica uno de los investigadores, Eicke Latz, en un comunicado. “Después de una infección, las defensas del cuerpo permanecen en una especie de estado de alarma, para que puedan responder más rápidamente a un nuevo ataque”. Los expertos lo llaman “entrenamiento inmune innato”. En los ratones, este proceso no fue desencadenado por una bacteria, sino por una dieta no saludable.
Los científicos también pudieron identificar el “sensor de comida rápida” responsable de las células inmunes. Examinaron las células sanguíneas de 120 sujetos humanos sanos sometidos a la dieta occidental. En algunos de los sujetos, el sistema inmune innato mostró un efecto de entrenamiento particularmente fuerte.
Los investigadores encontraron en este grupo humano evidencia genética de la participación de una estructura proteica llamada inflamasoma, responsable de la activación de los procesos inflamatorios, en la reacción ante la dieta occidental.
Los inflamamasomas son complejos clave de señalización intracelular que reconocen agentes infecciosos y otras sustancias nocivas y, posteriormente, liberan mensajeros altamente inflamatorios. No está claro cómo exactamente el inflamasoma NLRP3 reconoce la exposición del cuerpo a las dietas de tipo occidental.