En el Día Mundial de la Salud de 2016 se eligió la depresión como tema destacado para concienciar sobre esta enfermedad a la sociedad. Lejos de ser tan solo momentos de tristeza, la depresión es uno de los problemas del siglo XXI, y en los últimos años ha ido en aumento. Sus trabas principales hoy día son el bajo índice de diagnosticados (todas las personas que sufren depresión no están diagnosticadas y por hecho no están tratadas), y el reto, luchar contra el suicidio, que es una de las principales causas de muerte no natural. Entre los jóvenes de 15 a 29 años es la segunda causa de muerte, según la Organización Mundial de la Salud.
Se calcula que en todo el mundo pueden sufrir depresión unos 300 millones de personas. Según la OMS para 2020 podría ser la segunda causa de discapacidad a nivel mundial.
La OMS eligió el lema Hablemos de la depresión, para difundir qué es la depresión en este día de la salud que apuntabamos al inicio. Su fin era reducir el estigma asociado a la depresión. Se buscaba que las personas con depresión pudieran decir que sufren la enfermedad y poder pedir ayuda y tratamiento.
La OMS considera que el estigma que envuelve a la enfermedad hace que haya personas que no acuden a los especialistas y al no tener tratamiento no pueden recuperar sus vidas.
La Real Academia de la Lengua Española ofrece diversas definiciones sobre “depresión”. En lo que respecta a psicología y psiquiatría es un “Síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos”.
Según la Mental Health America la depresión clínica es una enfermedad grave y común. Afecta física y mentalmente al individuo que la padece, y cambia su forma de sentir y de pensar.
A veces la depresión puede causar deseos de aislamiento en la persona que la sufre y también estados de ansiedad.
Algunos de los síntomas además de la tristeza, pueden ser perdida de apetito y sueño, falta de interés por cosas que antes nos gustaban o cansancio.
Esta enfermedad puede afectar a cualquier persona. No hay rangos específicos de edad o condición.
Son múltiples los desencadenantes que pueden causar una depresión, suele ser por acontecimientos importantes, que causan un grave cambio en la vida diaria de esta persona.
Eso sí, hay algunos datos que hacen que haya mayor predisposición, por ejemplo antecedentes familiares, o el hecho de ser mujer. Las féminas la sufren el doble que los hombres, quizá por sus diferencias genéticas u hormonales.
También hay otras enfermedades (por ejemplo, cáncer, desequilibrio hormonal, alzheimer, etc.) o adicciones (abuso de drogas o alcohol) que hacen que la enfermedad pueda aparecer.
La deficiencia de vitamina D (la vitamina del sol) o la deficiencia de serotonina también pueden afectar a las emociones del ser humano (se encuentra en el chocolate y en el pescado, entre otros alimentos).
La depresión es una enfermedad curable y tratable. Es preciso la ayuda y apoyo de profesionales, pero también de amigos y familia.
Ante la situación de desesperanza y abatimiento es importante acudir al especialista.
El tratamiento dependerá del paciente, pero a veces se suele hacer psicoterapia, otra se dan medicinas, y en algunos casos la solución es combinar ambas acciones.
Según las estadísticas la mayoría de las personas que acuden al especialista y siguen un tratamiento consiguen sentirse mejor.
Es apropiado saber que las medicinas no actuarán de forma inmediata. Ya que sus componentes van actuando sobre el cerebro y las emociones, y los resultados se verán casi al mes de comenzado el mismo.
A continuación detallamos una serie de pasos o consejos para combatir la depresión. Es importante siempre apoyarnos en los demás, y no aislarnos, e intentar recuperar el valor de las cosas que nos agradaban.
Pero, recuerda siempre ponerte en manos de un profesional, si los síntomas, la desesperanza y desilusión persisten.
Autor: Déborah M. Labrador (Portal Discapnet)