Los emoticonos producen el mismo efecto en nuestro cerebro que las caras de otras personas

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Los emoticonos producen el mismo efecto en nuestro cerebro que las caras de otras personas

Los emoticonos producen el mismo efecto en nuestro cerebro que las caras de otras personas

El análisis de las conversaciones digitales muestra algunas diferencias en el comportamiento de los dos sexos


Los emoticonos producen el mismo efecto en nuestro cerebro que las caras de otras personas

Los chicos no lloran, cantaban The Cure, y algunos sectores masculinos (o machistas) de la sociedad lo siguen creyendo, según una idea de la virilidad bastante ridícula y propia del siglo XIX: un hombre-héroe que reprime los sentimientos, no conoce el dolor y siempre sabe qué hacer. Como es sabido, la realidad no es así, afortunadamente.

Sin embargo, parece que en determinadas circunstancias el hombre occidental siga necesitando mantener viva esta imagen tan absurda de sí mismo. Una de ellas: las redes sociales. No es solo el típico comportamiento pasivo-agresivo, y transversal entre los géneros, de los ‘tigres de teclado’, sino que algo más íntimo y vinculado a la formulación del lenguaje.

Los hombres rara vez usan emoticonos en los que se manifiesta tristeza”

El hombre llora sólo de risa

Como ilustra un estudio realizado por Brandwatch React, una empresa de análisis y escucha de las interacciones en las redes sociales, los hombres se niegan a usar los emoticonos que lloran. Según la investigación, cuando se trata de lágrimas, el hombre utiliza casi exclusivamente los emoticonos donde se llora de la risa, mientras que aquellos en los que se manifiesta abiertamente tristeza se escogen muy poco, siendo una herramienta casi completamente femenina.

Si quisiéramos ceder a la tentación de simplificar la cuestión y evaluarla forzosamente en términos socioculturales, se podría concluir que los hombres no lloran o, al menos, no quieren mostrarlo frente a otros hombres y menos aún cuando se comunican con mujeres. La debilidad mundana de no saber enseñar los sentimientos cruza así los confines del empíreo digital.

Por tanto, un lenguaje completamente nuevo, creado para dar voz a las nuevas generaciones digitales, parece anclado en patrones y estereotipos obsoletos sobre las diferencias de géneros, elementos de un pasado que se creía, tal vez con un poco de optimismo, superado.

Para el cerebro, los emoticonos son como caras reales

La ciencia ya ha intentado demostrar si las reglas que se aplican a la lengua de los emoticonos son las mismas que las de cualquier otro código de lenguaje y comunicación, incluso desde un punto de vista neurológico. Investigadores de la Universidad de Sur de Adelaida(Australia) localizaron la reacción neuronal provocada por un emoticono, averiguando que se trata de la misma reacción que nuestro cerebro tiene delante de una cara en carne y huesos.

El cerebro responde a la sonrisa humana y al emoticono prácticamente del mismo modo”

La investigación australiana pidió a veinte estudiantes que miraran a personas sonrientes, luego al clásico emoticono con la sonrisa y, finalmente, a unas secuencias de signos sin significado.

La reacción neuronal frente a las tres situaciones evidenció como el cerebro responde a la sonrisa humana y al emoticono prácticamente del mismo modo, mientras que no reacciona de ninguna manera a las secuencias aleatorias de signos.

Los emoticonos son procesados en el área occipitotemporal, la misma zona utilizada para las caras físicas. Nuestro cerebro parece haber aprendido que el smile tiene el mismo valor que una verdadera sonrisa y ha adaptado sus códigos de interpretación neuronal en consecuencia.

Los emoticonos son aliados valiosos de la comunicación

La doctora Catalina Pons, profesora y autora del libro Comunicación No Verbal, ha tratado el tema de las nuevas formas de comunicación y asegura que “en el mundo digital, la falta de contacto visual puede generar peligrosos malentendidos, por tanto, los emoticonos proporcionan una herramienta preciosa para llenar este vacío y su valor en términos de pregnancia es el mismo que el de los gestos y expresiones verbales”.

Los emoticonos – aclara la doctora Pons – no son un adorno infantil e innecesario, sino ayudantes valiosos para que una comunicación mediada como la digital pueda fluir. La forma en la que los usamos es personal y se corresponde a nuestra manera de comunicarnos también offline”.

La falta de contacto visual puede generar peligrosos malentendidos, por tanto, los emoticonos proporcionan una herramienta preciosa para llenar este vacío”

Por tanto, cuando recibimos una ‘carita sonriente’ u otro emoticono, a nivel neuronal reaccionamos como si estuviéramos delante de una sonrisa real. Es decir, el cerebro humano ha evolucionado rápidamente, adaptándose a un nuevo fenómeno cultural y de lenguaje.

El emoticono más usado

Aclarado, entonces, que comunicación verbal y comunicación no verbal digital pertenecen al mismo equipo, merece la pena pasar revista a algunos de los otros curiosos comportamientos descubiertos por el análisis de datos de Brandwatch React, que, es bien aclararlo, ha utilizado una amplia muestra de chat y cuentas personales, pero limitadándose a Estados Unidos.

De entrada, los hombres enriquecen sus conversaciones digitales con los emoticonos mucho menos que las mujeres, perpetuando el estereotipo de un genero menos comunicador que el otro. Resulta, además, que las mujeres son más inclines a usar los emoticonos de fantasmas, calaveras asustadas, demonios y otras figuras raras, mientras que el único ‘emoji’ de este grupo usado (poco) por los hombres es el de la cara de robot.

Curiosamente, el análisis muestra que las personas que en EE.UU. usan la cara de rana en su biografía de Twitter, representan un gran segmento de partidarios del presidente Trump. Finalmente, no sorprenderá que el emoticono escatológico por excelencia sea el más usado en absoluto. Al fin y al cabo, el ser humano digital sigue siendo un animal sencillo.

Los emoticonos son ayudantes valiosos para que una comunicación mediada como la digital pueda fluir”

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